El símbolo perdido



EL SÍMBOLO PERDIDO


Autor: Dan Brown

Editorial Planeta 2009

Precio $ 590

En su última obra – El símbolo perdido - Dan Brown busca claves ocultas en Washington hurgando en los secretos masónicos.

Si en “El código Da Vinci”, el autor pretendía descifrar a su manera algunos de los secretos inconfesables de la Iglesia católica y descubrir el inmenso poder del Opus Dei, para esta tercera entrega de las aventuras del profesor de Harvard el escritor deja a un lado el Santo Grial para adentrarse en el universo de una de las organizaciones secretas de las que más se ha escrito a lo largo de la historia, los masones.
Solo en EEUU hay 2.000 logias con un millón y medio de miembros. Aún hay quien les acusa de ocultismo. Pero para Brown es una organización «fascinante» en un mundo donde las culturas se matan unas a otras en nombre de su dios. «Son un grupo global y espiritual que acepta a judíos, musulmanes, cristianos y a gente confundida que viene a decirnos: mirad, todos aceptamos que hay algo bueno y grande ahí afuera. No lo etiquetemos y adorémoslo juntos», indicó el autor de New Hampshire.
En esta ocasión, el personaje de Langdon también deberá resolver enigmas, descifrar códigos secretos y analizar nuevas pinturas en su búsqueda de un legendario tesoro masónico en Washington y también tendrá que sortear a un extraño asesino en serie: en lugar de un albino masoquista del opus, un eunuco iniciado. El escenario elegido es Washington y los monumentos más conocidos de la capital de EEUU. El motivo no es baladí. Algunos de los padres fundadores que firmaron la Declaración de Independencia eran destacados masones, como George Washington y Benjamin Franklin, al igual que otros presidentes como Teddy y Franklin Delano Roosevelt, Harry Truman o Gerald Ford.
En el caso de Ángeles y demonios y El código Da Vinci, Brown se decantó por tres ciudades europeas de sobra conocidas por los turistas – Londres, París y Roma –, que a partir de la aparición de los dos libros y de las posteriores adaptaciones al cine vieron cómo se incrementaba el interés de los visitantes por recorrer los lugares por donde pasa Langdon.

UN MUNDO EN LA SOMBRA
Brown asegura que Washington, cuyo trazado dicen que está basado en rectas y diagonales parecidas a los símbolos masónicos de la escuadra y el compás, no tiene nada que envidiar a Roma, París y Londres, con obeliscos, pirámides y túneles subterráneos. «Todo un mundo en la sombra que no vemos». Es probable que acabe ocurriendo algo parecido con El símbolo perdido. La imagen de la portada en la edición norteamericana (la británica es más sobria) es el Capitolio, un edificio plagado de simbolismo, acompañado de un sello de cera con un fénix de dos cabezas, el número 33 y las palabras «ordo ae chao» (del orden al caos en latín). Pero a partir de ahora seguro que los turistas se preguntarán dónde está el Templo del Supremo Consejo del Grado 33, la Casa Masónica del Templo o el Memorial Masónico Nacional de George Washington, justo al otro lado del río Potomac.
En otra entrevista, el autor afirma que el lector hallará un libro más filosófico que los anteriores, producto de las experiencias de los últimos años. «Me han pasado muchas cosas», afirma Brown.
Cuando le preguntan por su talento narrativo responde que en su infancia fue un chico tímido que creció sin televisión y obligado a echar mano de la imaginación para divertirse.


SE ESPERA UN NUEVO RECORD MUNDIAL DE VENTAS

Después podrán discutirse argumentos a favor o en contra. Vendrán -o no- las críticas despiadadas. Pero por ahora los números son inapelables: el último libro de Dan Brown, "El símbolo perdido", salió a la venta el 15 de septiembre en Estados Unidos con una tirada inicial de 5 millones de libros y agotó la preventa en Amazon.com en horas. Esta mañana, las librerías argentinas amanecieron con sus estantes abarrotados de ejemplares que prometen desaparecer al mismo ritmo que en Internet.

El lanzamiento de la nueva novela del autor de "El código Da Vinci" se produce en simultáneo para toda Latinoamérica y España. Los lectores de Brown en Argentina tendrán una disponibilidad 100 mil ejemplares, la mayor tirada para un lanzamiento editorial de los últimos años.
"El código Da Vinci" fue un éxito de ventas a nivel mundial: se vendieron 81 millones de ejemplares y fue traducido a 51 idiomas. La larga marcha del profesor y experto en simbología Robert Langdon por las calles e iglesias de París y Londres, acompañado por Sophie, portadora de un secreto que podría cambiar el curso de la Historia, disparó las ventas.

En "El símbolo perdido", Brown vuelve a echar mano de su protagonista estrella: el mismo Langdon que también supo llenar las páginas de la novela anterior de Brown, "Ángeles y demonios", aunque ésta "apenas" llegó a vender 39 millones de ejemplares tras reeditada después de "El Código..." . El éxito fue tan grande que kas dos novelas fueron llevadas al cine, protagonizadas por el actor Tom Hanks.
El argumento del último libro estuvo guardado bajo siete llaves. Sólo se sabía que la acción transcurría en sólo 24 horas y que los escenarios estaban plagados de cámaras ocultas, túneles y templos de la ciudad de Washington. Y que la primera frase de la novela es "El secreto es cómo morir".
Pero con el libro lanzado en septiembre en inglés, el secreto se esfumó. Brown vuelve con una aventura contrarreloj que deja sin aliento, aunque esta vez no toque temas tan controvertidos como el presunto matrimonio entre Jesús y María Magdalena, como en "El Código....".

Atraído al Capitolio con una excusa, Langdon hace allí un hallazgo macabro: la mano cortada de su amigo de muchos años y mentor Peter Solomon. Un dedo, tatuado de forma misteriosa, señala hacia un cuadro del primer presidente estadounidense y masón George Washington. Y Langdon deduce de inmediato que hay una relación misteriosa.
El científico tiene sólo 12 horas para descubrir la conspiración, pues el hombre que secuestró y mutiló a su amigo quiere su ayuda para descifrar el antiguo código secreto de los masones, que promete poder y transformación. De lo contrario causará "una catástrofe de la que el país no se recuperará".
De forma ya habitual, Langdon se ve arrastrado a un remolino cada vez mayor de aventuras y misterios: descifra acertijos, analiza cuadros, descubre viejas historias, a la vez que lucha con y contra el enorme aparato de la CIA. Por suerte, vuelve a contar a su lado con una atractiva y audaz mujer, Katherine, la hermana de su millonario mentor.

La novela sigue el patrón de los libros de Brown. También aparece el malvado repugnante y masoquista, que esta vez no es el monje albino Silar, sino un psicópata cubierto de tatuajes y castrado que se hace llamar Malakh, ángel en hebreo. "Soy una maravilla", afirma sobre sí mismo frente al espejo. "Si supieran de mi poder".
Pero pese a los elementos conocidos, un estilo desenfadado que a veces molesta y la introducción cada tanto de conocimiento enciclopédico, el libro consigue atrapar. Cuando Langdon se lanza con Katherine a la caza por el Capitolio, la biblioteca del Congreso, el jardín botánico y otras atracciones de Washington, no es posible dejar de leer.

Un dato curioso: mediante una digresión, el autor se disculpa apenas empezar de forma indirecta por la polémica que causó hace seis años con "El Código Da Vinci". "Mis conocidos han leído su libro sobre lo 'Sagrado Femenino' y la Iglesia", le dice una joven recepcionista a Langdon. "¡Sí que causó escándalo! ¿Le gusta revolver el avispero?". "Esa nunca fue mi intención", le responde Langdon, a todas luces en nombre de Brown.