
LA SOLEDAD DEL GENERAL
Jorge Chagas
Editorial Rumbo 2009
Precio $ 260
El exilio del caudillo
La historia está impregnada de mitos, que nacen del vientre de la narración oral y escrita, trasponiendo las fronteras de la cronológica frialdad documental o el semántico relato de los investigadores.
Afloran, en ese proceso, estoicos héroes, desafiantes idealistas y hasta execrables traidores, que se incorporan al imaginario colectivo hasta perpetuarse.
Pero la mitología, tejida a través de las generaciones, suele cometer habitualmente el pecado capital de despojar a los hombres de sus rasgos humanos.
La figura del caudillo José Artigas, el general del pueblo de sueños rotos por la traición y la ignominia, es un buen ejemplo de lectura oportunista de la historia.
En tiempos de vacuos debates por el eventual traslado de sus restos, se sigue soslayando deliberadamente su ideario, libertario, democrático y progresista.
En "La soledad del general", obra de reciente reedición, el periodista y escritor Jorge Chagas rescata al Artigas de carne y hueso, al revolucionario, al idealista y al soñador que borró el discurso de la derecha, para que su utopía no se transforme en credo emancipador.
Este relato renuncia a la habitual crónica histórica, para instalarse en el universo interior del Artigas íntimo, del prófugo cuya cabeza tiene precio y del que aguarda la muerte en su exilio paraguayo.
Imprimiendo a su pluma un sesgo nostálgico, el autor construye una suerte de poesía del desencanto, que sugiere una sensación de estupor por una soledad poblada de recuerdos e insomnes fantasmas.
El Artigas de Chagas es un hombre de piel, sangre, sudor y lágrimas y un héroe sin pedestal ni futuro devenido en campesino, que está muy lejos de la tierra que ama y por la que dio su vida.
El protector de los Pueblos Libres coprotagoniza esta novela junto a su fiel Alsina que se integra el relato como si fuera la voz de la conciencia del caudillo y a Azoui, una mestiza paraguaya que, en muchos aspectos, simboliza un apacible bálsamo para el reposo del guerrero.
El dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia sobrevuela la escena, como una suerte de ángel guardián que garantiza la seguridad del perseguido Artigas, aunque en definitiva también lo mantiene cautivo en esa selva distante, ignota e irredenta.
En febril soliloquio, el general evoca los hitos de su turbulenta existencia y retorna imaginariamente a los campos de batalla, al sitio de Montevideo, a las heroicas montoneras y al legendario éxodo, cuando todo un pueblo abandonó su hogar para seguirle.
El autor mixtura la narración con el recuerdo, el discurso asordinado por el dolor de la derrota y la pasión que aún late en el corazón del héroe olvidado.
Chagas emplea un vasto plurilingüismo, que abarca españolismos, casticismos, africanismos, lusitanismos y voces guaraníes, desplegando un singular universo de riqueza étnica.
Aunque no soslaya de plano la ficción, el narrador desestima el mito para focalizarse en el hombre, recurrentemente escamoteado por historiadores y políticos que sepultaron al héroe debajo de una lápida de bronce.
El Artigas de "La soledad del general" se enfurece, maldice y se lamenta por sus errores, pero no abandona su postura desafiante, porque, aunque se sabe condenado al olvido, jamás abdica de sus redentores ideales independentistas.
Esta es una obra iconoclasta, que demuele buena parte del mito para recuperar al Artigas entrañable, que ama, odia y siente como cualquiera de nosotros.
"La soledad del general" es una novela histórica osada y removedora, que convoca a meditar sobre la lealtad, la traición, las ideas y las aún vigentes utopías.